sábado, 24 de septiembre de 2011

ILUSION

PALABRAS BONITAS.-
Cuando yo tenía seis o siete años me echaron los Reyes Magos un patinete. A día de hoy puede parecer que es una cosa normal pero  corrían los años 55 y ocurría que por aquel  entonces todos los niños pedían a los reyes magos los juguetes que  veían en casa  Senén que era la tienda por excelencia en este tipo de cosas. Lo que no se veía en casa semen, raramente te la podían traer los esperados Reyes Magos. El patinete que a mi trajeron ese año no figuraba entre los juguetes que en sus escaparates tenia Senén.
Por lo tanto se pueden imaginar la sensación que entre la chiquillería del barrio causó el citado patinete. Era algo que nadie se hubiera imaginado que los Reyes pudieran traer.
Por lo tanto y al ser la sensación de ese año, todos querían probar el patinete de Pepín y bajar en él por la cuesta de San Roque, que era el sitio ideal para la práctica de aquel nuevo juego, dejando el aro que a cada cual les llegaba, aparcado en una esquina de la calle.


( NO ERA ESTE EL MODELO PERO CASI PARECIDO, EL MIO ERA MUCHO MAS GUAPO )

Años más tarde me entere que no fueron los Reyes Magos quienes  buscaron el juguete en otro sitio distinto de casa Senén, sino que fue ALFREDO, MI QUERIDO PADRE, el artífice de semejante obra de arte. Nada tenía que envidiar a los de hoy en día salvo que estaba fabricado de madera en su totalidad a excepción de las rueda y el mecanismo bisagra entre le tabla de poner los pies y el palo que hace de guía.
La realidad es que era una maravilla en aquellos tiempos y seguro que llamaría la atención hoy.
El caso es que no era mi intención hablar del magnífico patinete que me fabricó mi padre sino de hablar de una palabra bonita que es lo que parece ser que más predicamento tiene en este blog. Y no es otra que  ILUSION. Pero no la ilusión a la que hace referencia la Real Academia de la Lengua, sino a la otra ilusión, por ejemplo a la ilusión con que todos los niños de ayer y de hoy esperan la llegada de los Reyes Magos, o a esas otras ilusiones que tantísima gente tiene y que no son precisamente cosa de ilusos o cosas que  realmente no se pueden conseguir como dice la Academia.
Creo que todos aquellos que lean este blog saben perfectamente a la ILUSION  a la que me refiero. ¿Quién no tiene alguna ilusión en la vida? Y yo me pregunto, se puede vivir sin alguna ilusión en esta vida? . Considero que esta, por el significado que para tanta gente tiene, puede ser elevada a la categoría de palabras bonitas. La adjuntaremos a nuestra lista.

jueves, 22 de septiembre de 2011

LA HIGUERA

Paseabame yo ayer de mañana temprano, por las dársenas de fomento intentando  ver si el agua estaba gorda, como dicen los pesquines  de  Luanco, para dedicarme por la tarde a la práctica de la pesca. El agua gorda significa que el agua esta oscura pero no revuelta de mar de fondo, sino de marejadilla o similar.
Bueno,  el caso es que en toda mi vida me habré asomado a las dársenas del  puerto deportivo de Gijón más de un millón de veces y pienso que como yo miles y miles de personas, pero pocas habrán reparado en lo que yo vi por primera vez en mi vida, no solo en Gijón sino en ningún otro sitio.
En un muro de la dársena de fomento, una de las laterales del parking subterráneo, ha y una higuera. Si una higuera, o sea una figar en asturiano, y crece desde una de las aberturas de uno de los bloques que conforman el dique hacia la mar. Ensimismado con mi descubrimiento le he sacado unas fotos que claro como yo no soy experto en esa disciplina, no sé cómo las veréis pero os las ofrezco en varias posiciones.
Y me causa extrañeza que salga de entre los muros de contención del dique, que se desarrolle a esta altura de la mar, que soporte la humedad, los temporales, el salitre, para colmo, que dé figos.
Repito que no sé  cuántas personas se han percatado de semejante hecho y digo esto porque yo estaba mirando el agua y no me daba cuenta de semejante rareza hasta que mi mirada se detuvo en el árbol y recapacitando me dije: ¡coño ahí hay una figar! No puede ser. Pues sí que era, es decir que sí que es y a las pruebas me remito. Y mi siguiente pensamiento fue ¿cuantas personas, como yo habrán visto el arbolito y no ha reparado en que era, creerían que era un ramasco cualquiera, tal como yo pensé al verlo de forma distraída? Tal vez.
Os dejo las fotos que le he sacado en la esperanza de que todo aquel que pase por semejante sitio se pare, la observe  y mantenga, como yo, la esperanza de que dentro de varios años, continúe en el mismo lugar.