sábado, 9 de julio de 2011

LA DOMA

En toda relación de pareja y salvo raras excepciones, siempre hay una parte dominante, más o menos, pero dominante.
El dominio puede establecerse de muchas formas,  sicológica, inteligente, por abuso de conocimientos, por personalidad más acusada, por mayor genio, incluso por dependencia económica, entre otras muchas cosas dignas de ser analizadas por expertos psicólogos.
Pero no es aquí donde queremos analizar los motivos, ya que tampoco somos psicólogos expertos, sino las consecuencias del dominio que se ve mucho más a las claras.
Y es que la persona dominada, o es masoca, o poco a poco pierde totalmente su personalidad, o la guarda en su más íntima consciencia, lo que las más de las veces conlleva a llevar una doble vida en sus más variadas formas.
La persona  dominada pierde por lo tanto toda su frescura en las reacciones, va temiendo poco a  poco la expresión verbal espontanea, piensa las cosas mucho antes de decirlas y por ende muchas se las calla para no ofender o enfadar, pierde de su derecho, renuncia a la defensa de sus criterios o los defiende tímidamente y poco a poco, salvo que se cree una vida interior particular, se vuelve triste, lánguida, aburrida y carente de toda chispa. En casos de personalidad poco acusada llega incluso a adoptar le verborrea del dominador. Cuando revienta, por acumulación de adrenalina, suele hacerlo fuera de tono o de forma discordante lo que la sumerge más aun en las garras del dominador, que aprovecha para recriminar la acción y ahondar más si cabe en su dominio.
Al dominado que no acepta esta situación en público, le suele suceder como a aquel que presumía de mandar en casa. .
-Yo mando en mi casa. Llego y pregunto: que hay que mandar aquí. La dominadora contesta.- Esto, esto y esto.- Bueno pues está mandado.
De todas las formas posibles de dominio, en mi opinión la más denigrante para el dominado es la que tiene causas económicas. Entiendo que es la más vejatoria ya que la mayoría de las veces, el vejado, es decir el económicamente débil, suele ser más y mejor persona que su dominador, también más inteligente, con muchos más conocimientos y con un personalidad propia que hace sufrir de forma silenciosa y terrible.
En el mundo animal  cuando ha culminado la dominación, cuando el animal ha sido totalmente sometido, se dice que ha acabado la doma.
De lo que el domador no se dará cuenta casi nunca es que sin el animal que domar o el animal domado, él no tiene ninguna razón de ser.
BUEN AMANECER

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